SI TE MURIERAS MAÑANA… ¿PODRÍAS DECIR QUE VIVISTE?
Una reflexión sobre la crisis de los 20
Desde el día en que nacimos, nos hemos visto enfrentados a múltiples desafíos: aprender a caminar, hacer amigos, terminar el colegio, estudiar en la universidad, trabajar, y un sinfín de otros acontecimientos particulares en cada persona. Nuestra vida, a medida que vamos creciendo, se va agrandando, ¿no? Es como si fuera madurando con nosotros, a más edad, más expectativas (y no puede ser al revés).
Cuando dejamos la adolescencia comenzamos a identificarnos con estas preguntas ¿Y ahora, qué vas a hacer? ¿qué vas a estudiar? ¿en qué quieres trabajar? ¿tienes novio/a? La cruda verdad es que estamos llenos de prejuicios, que de manera consciente o no, provienen de aquellos que nos rodean y también de nosotros mismos. Es difícil no tenerlos, vivimos en un mundo “ muy rapido” (sí, lo que hemos escuchado siempre). Y en esa rapidez, nos encontramos de golpe en un limbo, un paralelo, y aunque nosotros estemos en un punto medio, ese punto no existe. Ya no tenemos 20, aun no tenemos 30… entonces ¿qué?
Ahora no tenemos que pedir permiso para hacer nuestras cosas, ahora somos nosotros los responsables de hacerlas o no. Pero pasa que es justamente en estos años en los que desearíamos que nuestra vida estuviera un poquito más controlada… ¿a qué hora es el recreo? Ah, es nuestra decisión. Qué escalofriante. No hay recreo. No, porque entonces seríamos poco esforzados, y nos van a juzgar y nos van a comparar. Nos vamos a comparar.
“A tu edad yo…” es una frase que se vuelve una rima constante. Para qué vamos a hablar sobre los aportes que nos llegan de Instagram o tiktok ¡es como echarle más leña al fuego! Y es que vemos a personas de nuestra misma edad o más jóvenes (incluso niños) tenerlo todo: cuerpos perfectos, dinero, viajes, felicidad, amor: la vida resuelta. Y nos tragamos eso, aun sabiendo que las redes sociales mienten.
Escuchamos constantemente frases como "la vida es ahora"," vive en el momento", "empieza el día con ánimo". Pero a veces simplemente no se puede. Estamos ocupados decidiendo el rumbo de nuestras vidas… y no tenemos idea. NO TENEMOS IDEA.
A los 18 nos piden saber qué vamos a estudiar (o en qué vamos a trabajar), a los 24 debemos enfrentarnos a esa decisión. Y hay que elegir bien “porque eso harás el resto de tu vida”. Pero es que tampoco es como si pudiéramos realmente decidir per se. No estaremos en lo que nos salga primero. Me refiero a que continuamente nos dicen que a esta edad tenemos el mundo a los pies, que tenemos todas las oportunidades del mundo, pero no es así. Hace poco escuché esto en un video: la puerta de las oportunidades está cerrada con miles de candados y tú no tienes acceso a todas las llaves. (kmimelon01 @ tiktok)
Es duro, pero cierto. De repente nos pesó el ser adultos en una vida que solo puede tener una dirección. Sí, queremos ser felices y encontrar nuestro camino, pero sin presiones, sin sentirnos una carga, sin pensar que el dinero lo es todo, sin agotarnos antes de siquiera habernos cargado.
Aunque, en una vuelta más luminosa, no todo es tan drástico.
Miremos las cosas desde otra perspectiva y seamos un poco egoístas. Estamos en crisis, sí, como en la depresión de los años ’20, pero lo bueno es que hay toda una generación en la misma parada, aunque a veces parezca lo contrario. Equivoquémonos, entonces. ¿Por qué hay que saberlo todo? Recordémosle a los demás, y principalmente a nosotros mismos, que no es necesario “tener la vida resuelta” a los 25 años. ¡Por favor! Quizás la vida nunca esté resuelta. Si ya estamos en crisis, sumerjámonos en ella, vivámosla, cambiémosla, hagamos lo que queramos.
Es estresante, y nos va a dar ansiedad, desesperación, frustración, infelicidad… pero les voy a decir un secreto (y en buen chileno): nadie sabe hacia dónde va la micro. En un mundo gigante lleno de estímulos, faltaría menos que supiéramos todo. Un día eras estudiante y al otro te encontraste en un zafari lleno de animales salvajes.
Así que si no tienes idea qué hacer con tu vida, a veces todo te parece oscuro, y te has sentido identificada: bienvenida a la crisis de los ’20.
Somos caos y estamos viviendo.
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