LAS AMISTADES(NO) SE CUENTAN CON LOS DEDOS DE UNA MANO...
“Los amigos se cuentan con los dedos de una mano”... ¿Han escuchado este dicho? Hasta hace poco, siempre pensaba que no, que aquellos que me lo decían era simplemente porque no lo intentaban o porque tenían mala suerte. La verdad es que, aun cuando no me considero mayoritariamente sociable, toda mi vida he sido una persona de amigas, me gusta salir, comer, reír, tomarnos fotos, estar bien o estar mal en modo compartido (lo que no quiere decir que nunca me hayan faltado amigos). Sin embargo, y a pesar de que eso no ha cambiado, ahora que estoy a punto de cumplir veinticinco años, me doy cuenta de que, en ocasiones, nos toca tener que desprendernos de personas y podarnos, como si fuéramos arbustos en invierno para dejar aflorar otras partes de nosotros mismos. Creo que son cosas para las que nadie te prepara y para la que quizás nunca llegamos a estar preparadas, la verdad.
La industria cinematográfica nos ha hecho experimentar desde pequeños lo que se siente al tener el corazón roto por un amor romántico, pero escasamente sabemos, y no ha sido hasta hace poco que lo he escuchado, lo que significa romper lazos con amigas o amigos. Y suena tan dramático como se siente.
Cuando te das cuenta de lo que quieres en tu vida...
Verán, a medida que crecemos, las amistades se tornan más significativas, y dejamos de darle importancia a algunas cosas triviales de la infancia como “copiarse” o “quitarse un juguete”. Nos importa resonar, conectar, sentirnos pertenecientes de un vínculo o grupo en el que podamos mostrarnos tal cual somos. Deja de ser relevante el amor platónico de tener amigos y se convierte en algo más “maduro”, que es precisamente una de las razones del por qué duele tanto cuando hay que separar caminos con alguien que considerabas tan cercano a ti. Y creo que apunta hacia algo mucho más profundo.
Cuando te das cuenta de lo que quieres en tu vida, de tus ideales, de tus valores, tus prioridades, y de tu forma de vivir, también llegan momentos en los que debemos separarnos de algunas personas de nuestro circulo social. Quizás no para siempre, quizás sí. En esta arista de la vida confío mucho en el destino. Como una vez encontramos esa amistad, se puede separar y volver a juntar otra vez (o no). Pero cuánta madurez conlleva tomar decisiones como aquellas o aceptar que tu amiga(o) la tomó por ti.
Es difícil acostumbrarte a no estar más con una persona que alguna vez significo tanto, y es muy probable que extrañes situaciones o conversaciones, aventuras o chistes, puede incluso que el tiempo de separación te enseñe muchas más lecciones de las que esperabas, y es que, en realidad, estas situaciones pasan precisamente porque nuestro autoconocimiento no termina nunca, y podemos observar las cosas con distintas perspectivas al pasar el tiempo.
En este sentido, somos capaces de alejarnos y darnos cuenta de que las personas juegan varios roles en nuestra historia: “tal vez no le gusta el pop como a mí, pero es a ella a la que recurro cuando estoy mal, con esa persona comparto anécdotas y además tantos otros gustos (o disgustos). Con esa persona puedo ser yo misma”. O al revés. Tal vez durante mucho tiempo funcionó y luego ya no. Como todo en la vida, la misma vida pasa. Y es que lo único que tenemos seguro es que es importante conectar, y esa es, desde mi punto de vista, nuestra constante invariable. Así pues, de repente llega un día en el que te das cuenta que tendrás que dejar ir una amistad que creíste que duraría para siempre. Y duele.
La ruptura de una amistad implica un quiebre de nuestras expectativas y la pérdida de una zona que fue segura, un cuestionamiento interno y hasta culpa ¿hice yo algo mal? No. No todo pasa necesariamente por algo malo, aunque tu mente te diga lo contrario (le gusta sabotearnos a veces).
Los amigos no se cuentan con los dedos de una mano, sino que se cuentan según los momentos de tu vida, y en el camino te encontrarás con tres, con siete, con cinco... tal vez algunos siempre prevalezcan, y otros tantos no. Lo primordial acá es no temer el proceso ni invalidarlo (y pasar por estos procesos pueden ser buenas noticias).
Dejo este escrito con una dedicatoria a todas las amistades del mundo: por aquellas que se fueron, que se quedaron, que renacieron o que están por nacer. Enjoy the ride.
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