EL DÍA QUE AILY NACIÓ
- ¡Es increíble! - pensé al verla.
No daba crédito a lo que mis ojos veían, era tan preciosa, tan pequeña,tan perfecta... Me costaba asimilar que la hubiéramos hecho nosotros. De hecho me costó asimilar que ella era mi hija y que yo era su madre. Los primeros días no fueron fáciles en absoluto porque durante una semana nos tuvimos que quedar en el hospital. Aily, mi hija, nació por cesárea (todo se debe a que ella en un principio estaba boca arriba en la barriga) por lo tanto, me tuvieron que hacer una versión cefálica externa para darle la vuelta y así de una vez, se encajara en la pelvis. Aún con todo eso, algo en mi me decía que los médicos habían actuado tarde y que por lo tanto, acabaría teniéndola por cesárea y ¡No me equivoqué!.
El problema y el gran motivo de quedarnos allí fue porque tuve fiebre durante el parto y después de éste. Si no, a los dos días nos hubieran mandado a casa pero en fin, a veces la vida actúa más rápida que nuestros deseos.
Tu vida a cambiado de la noche a la mañana...
Fue una experiencia muy dura (no os voy a mentir). Tu vida a cambiado de la noche a la mañana, acabas de pasar por uno de los dolores más terribles de la vida, ahora hay alguien que depende de ti, la lactancia... Y si a todo esto le sumamos el quedarnos en el hospital mientras cada enfermera te decía una cosa o te regañaban por otra... Créeme, no se lo deseo a nadie.
Siento que las enfermeras que estaban allí trabajando, se olvidaron por completo que aunque ellas ya han vivido esas situaciones millones de veces, para nosotras las mamás primerizas es nuestra primera vez, esto quiere decir que como pasa siempre que se hace algo nuevo, por desconocimiento (o aún habiéndolo estudiado antes) te equivocas y no solo una vez, miles y miles de veces acabará sucediendo porque eso es lo que nos hace ser humanos. Así que creo que faltó quizás más tacto de su parte hacia las mamás.
Con todo esto, tanto mi hija como yo estábamos sanas y eso era lo más importante.
Y así fue como llegó la hora de llegar a casa. Los tres.
Fue extraño, porque al salir por esa puerta éramos dos y ahora regresábamos los tres. Siempre que lo pienso me emociono porque es increíble pero...¡Es mi pequeña familia! Pensar que el amor que sentimos mi pareja y yo ahora tuviese corazón, ojos, piernas y brazos ...es simplemente maravilloso.
Sin embargo...la realidad me abrumó. Aunque lo pasé mal en el hospital, al menos sabía que peor o mejor pero teníamos ayuda y ahora, solo estábamos mi pareja y yo. Y me asusté... ahora sí que sí, comenzó mi aventura por este precioso mundo de la maternidad.
S.O.S
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